martes, agosto 25, 2009

Huellas

Hace un par de meses asistí al sepelio de un amigo de la familia. El entrañable Juan. Juan Vera Villablanca. Un amigo como pocos, un hombre de bien y alguien que amaba lo que hacia: música, y no cualquier música, música para Dios.
El era el pastor Juan Vera pero siempre fue reconocido por sus canciones, su voz y su presencia en el púlpito, y por que no, en el escenario. ¿Por que escribo sobre él hoy? Un poco por nostalgia y otro poco porque hace un par de dias en el programa de radio de la iglesia escuché un tema cantado por Juan. ¡Tantos recuerdos volvieron a mi cabeza!
Siendo un joven adolescente e insolente muchas veces lo desplanté y el me enseñó que todo puede ser resuelto con altura. Cuando necesité manos para construir mi casa, el ofreció las suyas. Cuando pudo me enseño de lo que él sabía.
¡Como no extrañarlo!¡Como no extrañar su voz y su personalidad!
Pero aún después de su partida me queda su enseñanza. No dejar nunca a Cristo, ni abandonar lo que él te ha dado, ni siquiera cuando los embates de la enfermedad cruel sequen tu cuerpo.
A estar firme en medio de todas las pruebas, a luchar para estar mejor aunque las circunstancias no estén de tu lado. A dejar tu huella en lo que haces.
A tener paz en medio del dolor. A dejar lo mejor de tu vida y a vivir cada día con pasión y convicción.
A ser curioso y siempre buscar ser mejor en aquello a lo que te dedicas.
Muchas veces cantó "...y hasta entonces seguiré cantando, y con valor caminaré con Dios, hasta el día en que... al dulce hogar me llame Dios..." , y vaya si lo cumplió. Sus canciones fueron su vida y su vida fue una canción, una alabanza para su Señor y Dios.
Hoy descansa en su seno, disfruta en su presencia donde no hay dolor ni tristeza, donde canta con su guitarra junto a Cristo... y mientras tanto, aqui tomamos la antorcha que nos ha dejado y repetimos caminando sobre sus huellas "... y hasta entonces, seguire cantando..." hasta el día que juntos, cantemos a nuestro Dios.