jueves, septiembre 29, 2011

Soledad

Toda nuestra vida buscamos alguien a quien amar. Alguien con quien compartir nuestra vida. Agotamos nuestros recursos. Nos disfrazamos de otras personas mas atractivas. Actuamos papeles de encantadores, fallidos o no. Nos ocultamos tras mascaras espontáneas y divertidas. Nos mostramos como viviendo la vida a pleno cuando apenas podemos podemos soportarla levemente. Nos aferramos a la primer oportunidad que se nos presenta con desesperación solo para descubrir que el otro, está tan extraviado como nosotros. Y, en algún momento, si confiamos en el futuro y en la gracia divina nos damos cuenta de que Dios conoce lo que es mejor para nosotros y que amar implica mucho mas que buscar una cara bonita o una personalidad deslumbrante. Y que si alguien realmente nos ama, nos ama por encima de nuestra forma de vestir, de hablar, de sentir, de enojarnos, y que es aquella persona que nos motiva a ceder... para compartir, para no pensar solo en nuestras propias necesidades afectivas y pensar en lo que el otro necesita. Sin imposiciones ni reclamos egoistas e insensibles. Veo los jovenes cristianos deambular sin rumbo. Sin compromiso. Sin pasión. Esperando que Dios resuelva sus problemas, mientras se sientan frente a sus playstation o a Internet o al videocable, esperando que las soluciones surjan milagrosamente. ¿Como buscar esa pareja? ¿Hay una receta infalible? ¿Hay un consejo que pueda resolver el problema? ¿Hay una salida que otro pueda encontrarme? No. La relación con Dios es individual. Y hay miles de problemas para los cuales no nos queda otra salida que ir a Él . Buscarlo en soledad. Rendirnos a Él primero y luego entregarnos a otra persona elegida por Él. Alguien con quien compartir la eternidad, alquien con quien podamos vivir la vida a pleno disfrutandola y sufriendola pero no en soledad, sino bajo el abrigo maravilloso del amor divino.

No hay comentarios.: